En determinadas ocasiones la sexualidad se ve influida – y ello hace que no disfrutemos plenamente del sexo – por la rutina y el cansancio cotidiano. Si esto no se maneja adecuadamente puede acabar provocando que se produzca una disminución del deseo sexual.
El conseguir tener una sexualidad plena también depende, en gran medida de nosotros mismos. Aunque no existe ninguna poción mágica que nos permita disfrutar una sexualidad plena, nos permita disfrutar al fondo del sexo y nos haga felices, si hay una serie de medidas que se pueden tomar para conseguirlo.
Superar los miedos, hablar con la pareja, crear nuevas formas de disfrutar del sexo y llevar a cabo diversos juegos sexuales que nos hagan salir de la rutina pueden ser buenas medidas para poder disfrutar a fondo – nosotros y nuestra pareja – de la sexualidad.
En la sexualidad los sentidos toman las riendas de nuestra voluntad, intentar potenciarlos nunca está demás: estímulos de diversos tipos, música y aromas, permiten que nos entreguemos mucho más en nuestros encuentros sexuales.
Evitar las rutinas es algo fundamental: nuevas posiciones, nuevos lugares harán que nuestros encuentros sexuales sean un nuevo estímulo cada vez y evitarán que el sexo se convierta en algo mecánico y tedioso.
El sobrepeso no es un buen acompañante de la sexualidad plena, tanto por razones de índole física como psicológica. Perdamos unos cuantos kilos y veremos cómo podemos ensayar nuevas posturas, nuestra respiración mejora y el flujo sanguíneo acude antes a nuestros genitales.
La risa y tener una actitud algo golfa y desenfadada ante el sexo también nos ayudará a tener mejor sexo y mejorará la comunicación y la convivencia en la pareja. El sexo también es comunicación entre dos cuerpos.